Os pasa también a vosotros y a vuestros hijos que las visitas a lugares
desconocidos sean ocasiones para vivir un cuento, crear personajes e
interpretarlos? Me atrevo a suponer que
si, y por una razón muy sencilla: toda experiencia de lo nuevo y desconocido,
si vivida con interés y con confianza, constituye y permite una expresión muy amplia de la capacidad creadora. Y una de las formas
primigenia del desarrollo creativo es la formulación de historias y la
invención de personajes.
Por esta razón voy a abrir una nueva sección, dentro del blog, que se
llamará Lugares Mágicos. Aquí recopilaré nuestras experiencias de viaje, y los
lugares que más nos han emocionado y sorprendido, ofreciendonos un espacio de
desarrollo creativo a nivel narrativo.
En casa pococuento acabamos de
volver de una serie de viajes que han definido nuestro comienzo de primavera: ha sido como salir del letargo, un letargo
pocoviajero durado 9 años en el que la isla en la que estuvimose viviendo
marcaba con firmeza sus confines.
Ahora, viviendo en el continente, no solo el coche, sino que también el
avión parace más sencillo de coger. Y asi en tres semanas hemos explorado nuevos
rincones del mundo: Roma, Salerno, Cuenca, Barcelona.
Y no, no hemos visitado el Coliseo, ni la boca de la Verdad, no hemos visto
las casas colgantes de Cuenca, ni el bosque encantado, ni el Park Güell, ni
casa Battló y tampoco la Sagrada Familia. Y, por supuesto, no hemos paseado por
la Rambla.
Vaya turistas, eh!
Por aquí somos unos profesionales de la sorpresa, y cumplir con el
recorrido preestablecido por lógica y por sentido común no nos pertenece!
Lo que nos ha ocurrido ha sido como siempre el dejarnos llevar por nuestros
intereses del momento, por los paseos tranquilos, por las ganas de compartir
con los amigos, por el ritmo que han marcado
las niñas.
Y asi en Roma estuvimos disfrutando de la casa de los abuelos y de su
chimenea encendida, de los parques del pueblo y de ver -y oler- la lluvia
durante dos días seguidos.
En Salerno -una ciudad de la costa a una hora de Napoles-: paseo marítimo y
callejones del centro en el que nos sorprendió este poemario mural.
También nos vimos con mucha familia para celebrar un cumpleaño importante,
en el que se soplaron nada más ni nada menos que cien velas!
En Cuenca en realidad no estuvimos. Estuvimos a 16 km de la ciudad, en un
pinar muy lindo en el que paseamos, jugamos con barro, charlamos con personas
encantadoras y donde nos sentimos muy relajados estando lejos de cualquier
tecnología. (aquí puedes saber más sobre el viaje a Cuenca)
En Barcelona descubrimos el Parque de L’Oreneta, guiados por la pasión de
Mirella -nuestra hija - por los trenes, “los trenes de verdad”. De hecho en el
medio de este pequeño bosque ubicado en plena Barcelona, se puede escuchar el
clásico pitido del tren acompañado de una pequeña humareda de vapor. Preciosas
y cuidadas reconstrucciones de trenes de época nos llevaron por senderos rodeados
de pinos y robles. No había que abrochar cinturones, no había que correr
cadenas, ni que cerrar puertas. Se monta y a viajar!
Siempre en el centro de la ciudad, estuvimos en los jardines de la
Universitats: y si, siempre estamos buscando plantas!
De hecho el último descubrimiento que nos reservó Catalunya, fué un paseo
por otro bosque en la localidad de Les Fonts de San Quirze del Vallès. En este
pueblito viven unos amigos que también han dejado hace poco la isla de
Lanzarote, y ha sido un gustazo volver a verles y compartir con ellos!
El paseo de despedida fue precioso.
Y estos son los lugares mágicos que han hecho nuestro viaje. Todos lugares
de cuento, encuentro y reencuentro.
En cada uno de estos lugares nos hemos encontrado con una historia, con una
pizca de magia que nos ha hecho sonreir, respirar mas sutil y sentir que las
posibilidades de como estar en el mundo son infinitas.
El último personaje que nos ha guiado en la salida del bosque ha sido una
Mowgli con botas, alegre y aventurera, que nos ha abierto el camino entre
plantas y arbustos, llevándonos sanos y salvos de vuelta hasta casa.